octubre 2008



    El general Holofernes del ejército de los asirios no encontraba oposición a su paso, todas las naciones se le sometían. Sólo Israel decidió organizar la resistencia: Jerusalén y su templo no debían ser profanados. (más…)


   Sucedió en los Alpes. Caminaba con unos amigos franceses. Cerca de nosotros, un pueblo pequeño. Más cerca aún, unos labriegos cultivaban sus tierras. De pronto, desde la torre de la iglesia, sonó la campana. Eran las doce. Los campesinos dejaron su trabajo y se acercaron unos a otros. «¿Qué hacen?», pregunté a mis amigos. «Rezan el Ángelus». (más…)


    Hace mucho tiempo, cuando había caballeros por estos lares, existía un caballero que se llamaba Jorge. No sólo era más valiente que los demás, sino tan noble, generoso y bueno que la gente le dio en llamar San Jorge. (más…)


    Israel amaba a José más que a todos sus hijos, por haberle engendrado en la vejez, y le hizo una túnica larga con mangas. Al ver, pues, sus hermanos que el padre le amaba más que a todos sus hijos, le odiaban, y no podían hablarle sin odio. Un día les contó un sueño que había tenido: Estaban en el campo atando haces de trigo y el suyo se mantenía derecho mientras los haces de sus hermanos se inclinaban rodeándolo para adorarlo. En otro sueño, les contó que el Sol, la Luna y las estrellas también lo adoraban. Jacob le reprendió por contar estos sueños y, como temía, la envidia de sus hermanos se convirtió en odio. (más…)


    Mi amigo estaba contento. Se le notaba en sus ojos. Pero, a la vez, tenía cierta preocupación. Pronto supe el porqué. « ¡Cuánto tiempo he perdido», me dijo. «Se me olvida rezar al levantarme». «Eso, continué diciéndole, tiene fácil solución. Tú a las cinco de la mañana estás profundamente dormido. Imagínate que ese día vas de excursión, ¿qué objeto utilizarías para despertarte?». «El despertador», contestó con rapidez. «Exacto». «Mira, al levantarte, tú estás dormido en tus cosas: piensas en la clase, en los controles, en un partido o en que por la tarde vas a pasear con tus amigos. Esto hace que te olvides de Dios. Entonces debes utilizar algo para acordarte de Dios y ofrecerle el día. ¿Qué puedes usar? Pues, a lo mejor, la corbata, el reloj u otro objeto. La noche anterior puedes dejarlo en un lugar distinto; así cuando vayas a ponértelo y no lo encuentres en su sitio, pensarás que lo hiciste para acordarte de Dios y ofrecerle el día que comienza. Piensa, le dije, qué cosa puede ser el despertador que necesitas para no olvidarte de Dios». (más…)


     Hubo una vez, hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura. Como ya es sabido las guerras traen consigo rencores, envidias, muchos problemas, muchos muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina ni pan. (más…)

   Es frecuente que cuando el aborto entra en el terreno del debate político se comience a hablar de la preeminencia del derecho de la mujer. No es extraño que los estrategas políticos de la línea pro choice comiencen reconociendo que el aborto es un mal a erradicar, pero que en determinadas situaciones el derecho de elección de la madre prima sobre el del no nacido, a quien se elude llamar persona. Se trata de un proceso deshumanizador, que tiene su raíz en una errónea concepción de la sexualidad. (más…)
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    El ideal o el proyecto más noble
   puede ser objeto de burla
   o de ridiculizaciones fáciles.
   Para eso no se necesita
   la menor inteligencia.
   Alexander Kuprin
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Hoy en día hablamos de manera continua en términos de educación, de progreso científico y de mejoras de distinta naturaleza, pero ¿realmente existe dicho progreso? Con la ayuda de pensadores españoles y francófonos, este texto propone una reflexión sobre el concepto de la estupidez y la influencia del fenómeno en diferentes campos. Para comenzar, acudo al pensador francés Jean-Michel Couvreur que introduce una primera distinción a tener en cuenta cuando propone hablar de «ininteligencia» a propósito del niño pequeño que todavía no ha madurado lo suficiente como para lograr poseer inteligencia. De igual forma, se debe también distinguir la estupidez de la simple ignorancia cuando ésta radica en la mera falta de información sobre alguna cuestión que una persona tampoco pretende o debe conocer. La verdadera estupidez se caracteriza por la ausencia de un conocimiento que se debería poseer o, aún más, que se pretende conocer y, además, no existe en el sujeto una preocupación por cubrir esta carencia. Para Couvreur, en definitiva, la estupidez consiste en una inmovilidad intelectual que corresponde a un suicidio intelectual. (más…)