Entonces fue conducido Jesús al desierto por el Espíritu Santo para ser tentado por el diablo. Después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, sintió hambre. Y acercándose el tentador le dijo:
– Si eres Hijo de Dios haz que estas piedras se conviertan en pan, y come.
– No sólo de pan vive el hombre; también necesita de la palabra de Dios –le contestó.
En otra ocasión, el demonio tomó a Jesús y lo puso sobre las almenas del torreón más alto del templo, y le dijo:
– Si eres Hijo de Dios tírate; nada te pasará porque los ángeles te tomarán en sus palmas según escribió el profeta.
– También está escrito: No tentarás al Seños.
Por último, desde un monte muy alto, el demonio le mostró la grandeza y la gloria de todos los reinos:
– Te daré todas estas riquezas y el honor que supone ser dueño de todos los imperios si te postras ante mí y me adoras.
Entonces Jesús le contestó:
– ¡Vete, Satanás! Porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás.
El demonio huyó y los ángeles le sirvieron con amor.
(Mateo 4, 1-11; Lucas 4, 1-13)
(Texto adaptado por D. Samuel Valero. Biblia infantil. Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia. página 168)
SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
Objetivo.- Comprender que el diablo existe y tienta a los hombres.
Contenido.- Es la primera vez que interviene el diablo en la vida de Jesús, y lo hace abiertamente. Pone a prueba a Nuestro Señor; quizá quiere averiguar si ha llegado ya la hora del Mesías. Jesús se lo permitió para darnos ejemplo de humildad y para enseñarnos a vencer las tentaciones que vamos a sufrir a lo largo de nuestra vida: «como el Señor todo lo hacía para nuestra enseñanza -dice San Juan Crisóstomo-, quiso también ser conducido al desierto y trabar allí combate con el demonio, a fin de que los bautizados, si después del bautismo sufren mayores tentaciones, no se turben por eso, como si no fuera de esperar». Si no contáramos con las tentaciones que hemos de padecer abriríamos la puerta a un gran enemigo: el desaliento y la tristeza.
Él «permite la tentación y se sirve de ella providencialmente para purificarte, para hacerte santo, para desligarte mejor de las cosas de la tierra, para llevarte a donde Él quiere quiere y por donde Él quiere, para hacerte feliz en una vida que no sea cómoda, y para darte madurez, comprensión y eficacia en tu trabajo apostólico con las almas, y… sobre todo para hacerte humilde, muy humilde.» (Salvador Canals. Ascética meditada, 14ª edición). Bienaventurado el varón que soporta la tentación -dice el Apóstol Santiago- porque, probado, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que le aman.
(Fernández Carvajal, Francisco. Hablar con Dios. Tomo II. Página 41 y siguientes. Ediciones Palabra.)
Actividades.-
1. Sacar por impresora el texto.
2. El profesor lo lee y explica el contenido de las tres tentaciones.
3. Los alumnos contestan a estas preguntas escritas en la pizarra:
a) ¿Qué hizo Jesús durante cuarenta días en el desierto?
b) ¿Qué le ofreció el demonio en la primera tentación?
c) ¿Y en la segunda?
d) El demonio que Jesús le adorara. ¿Qué contestó Jesús?
e) ¿En qué nos suele tentar el demonio?
4. Leer las contestaciones de algunos alumnos.
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