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   Resulta interesante conocer cuáles son los procedimientos que se emplean para provocar el aborto. Son los siguientes:

   1. Aborto por raspado uterino

   Es el más antiguo de los métodos usados actualmente. Se aplica entre las siete y las doce semanas de concebido el nuevo ser. Se realiza con una legre o cuchilla quirúrgica de extremo encorvado que se introduce por la vagina y por el cuello uterino (que ha sido previamente dilatado) hasta alcanzar la pared de la matriz, que es raspada hasta que se consigue desprender todo vestigio del embrión o feto y de la placenta que lo envolvía. Para evitar «riesgos» a la mujer, es indispensable que los abortadores pongan especial cuidado en recontar bien los trozos del no nacido, pues si quedara en el útero algún residuo de los despojos de la víctima, podría ocasionarse una infección o una hemorragia. Se usa anestesia general.

   2. Aborto por cesárea o por histerectomía

   Se desarrolla como una operación cesárea mediante la incisión quirúrgica abdominal y extracción del nuevo ser. La diferencia radica en que una vez cortado el cordón umbilical, se deja al nonato morir sin asistencia. Esta forma de aborto se utiliza cuando el embarazo está muy avanzado y ya no se pueden aplicar los otros sistemas.

   3. Aborto por succión

   Fue inventado en los países comunistas propagándose después en Occidente. Consiste en aspirar el contenido del útero por medio de una potente bomba de vacío. El cuerpo del diminuto no nacido, desmembrado por la fuerza de la aspiración juntamente con los restos de la placenta, atraviesa el tubo de succión y cae a un frasco de cristal. Como en el método de raspado uterino, es necesario que los abortadores se aseguren de que han salido todos los restos, pues si no la mujer podría sufrir infección o hemorragia. Es una técnica fácil, con duración máxima de dos minutos, lo que permite rendimientos a escala industrial en las clínicas donde se practica.

   La técnica de succión garantiza la muerte del concebido en cualquier momento del periodo que va desde las primeras etapas de su vida hasta las doce semanas (tres meses) en que su escaso volumen corporal todavía permite el paso de los despojos a través de los 11, 12 ó 13 mm de diámetro de la cánula que se usa según los casos.

   4. Aborto por inyección intraamniótica

   Consiste en inyectar en el saco amniótico, a través del abdomen, una solución de sal al 20% o suero glucosado al 50%, después de haber extraído por el mismo medio de 10 a 300 m de líquido amniótico. La placenta sufre necrosis, el no nacido tarda aproximadamente una hora en morir por efecto del envenenamiento salino y termina por ser expulsado antes de transcurridas treinta y seis horas después de haber sido puesta la inyección de solución hipertónica. Hay cierto riesgo de perforación uterina y aun de muerte por paso de la solución salina a la sangre de la mujer.

   Esta técnica garantiza la muerte del hijo concebido a partir de las 16 semanas ( 4 meses), momento en que la bolsa placentaria contiene ya suficiente líquido como para permitir la inyección mortal.

   5. Aborto por perfusión de prostaglandinas

   Consiste en inyectar por vía intravenosa lenta ciertas prostaglandinas que tienen especial actividad sobre la contractibilidad de los músculos uterinos. La expulsión del feto se produce en el término de pocas horas. Esta técnica parece la llamada a sustituir a la anterior.

   Si se comparan entre sí los periodos idóneos de aplicabilidad del aborto por succión y del aborto por inyección intraamniótica hipertónica, se cae en la cuenta de que entre ambos queda un margen difícil para abortar: el que se extiende desde las 12 semanas ( 3 meses) hasta las 16 semanas (4 meses). Un mes en el cual no se puede usar la técnica de succión porque el pequeño ser humano tiene ya demasiado volumen como para que sus despojos quepan en el diámetro de la cánula, ni se puede tampoco aplicar la inyección salina porque la bolsa placentaria en que se alberga no contiene suficiente líquido amniótico. El método de la inyección intravenosa de prostaglandinas se utiliza para este breve periodo.

   Recientemente se está comercializando la llamada RU-486. Se trata de una antihormona que se opone a la acción de la progesterona, la hormona indispensable para el inicio y continuación del embarazo. Asociada a postaglandinas, que estimulan las contracciones del útero, provoca la expulsión del embrión en la mujer embarazada. Se trata, pues, de un auténtico aborto.

   Miguel Ángel Monge. Medicina pastoral. EUNSA

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