
Estás dormido y oyes que tu hijo ronca mientras duerme. Y, de repente… ¿qué pasa? ¿Se queda sin respiración? Sales disparado hacia su habitación y el niño sigue profundamente dormido y respira con normalidad. En pocos días te darás cuenta de que estas pausas en la respiración durante el sueño son habituales en tu hijo. Es lo que se conoce como apneas obstructivas.
Has comprobado que tu hijo tiene dificultades para respirar con normalidad durante el sueño, y oyes como emite algunos ronquidos. Piensas que no es normal que los niños ronquen y te preguntas si tendrá algún problema de salud. ¿Vegetaciones? ¿Asma? Probablemente lo que sucede es que padezca apneas obstructivas, pausas respiratorias producidas por una excesiva relajación de las fosas nasales y la garganta.
En la mayoría de los casos, estas pausas no superan los diez segundos. Se las llama «obstructivas» porque en ese momento hay algo que impide el paso del aire, tanto por la nariz como por la boca. Este impedimento lo provoca una relajación excesiva de los músculos que rodean las fosas nasales y la zona de la garganta. Por eso, puedes ver que aunque tu hijo deja de respirar durante unos segundos, su tórax continuará haciendo un sobreesfuerzo para intentar vencer la obstrucción.
¿Hay que preocuparse? En realidad, no es habitual que los niños padezcan esta alteración, de manera que es recomendable que si tu hijo presenta algún síntoma de apnea lo lleves al pediatra. Estas pausas pueden tener motivos fisiológicos y es el médico quien debe determinar cuál es su origen en el caso del niño.
Ante episodios como el que estamos tratando hay que ser precavido, especialmente si la apnea es severa. Una pausa en la respiración disminuye la oxigenación de la sangre, y si dura bastante y se repite cada noche podría dar lugar a problemas de tipo cardíaco. Los niños con apnea severa pueden presentar trastornos relacionados con la salud, como problemas de crecimiento y retraso en el desarrollo. Las consecuencias más evidentes serían un retraso escolar pronunciado (ya que afecta a la capacidad de aprendizaje) y una somnolencia diurna que puede llegar a ser excesiva.
Si la apnea es leve, el niño dormirá bien, y probablemente sea más angustioso para nosotros como familiares que para él.
¿Cómo saber si mi hijo padece o no esta alteración? Existe una serie de síntomas que te pueden ayudar a identificarla:
· Varias pausas en la respiración durante la noche, no superiores a 10 segundos, 6 en caso de los niños más pequeños.
· Tendencia a respirar con la boca abierta, lo que produce una sensación de sequedad de boca al levantarse.
· Ronquidos demasiado sonoros, interrumpidos por silencios y que continúan con una respiración que tiende a ser jadeante (debe quedar claro que los ronquidos no son indicativos de apnea obstructiva, puede haber ronquidos sin apneas, aunque son muy poco frecuentes durante la infancia).
· El tórax hace un sobreesfuerzo para intentar combatir la obstrucción y da la sensación de que el pecho se hunda.
· Presencia de amígdalas y/o vegetaciones (adenoides), que han aumentado de tamaño.
· Somnolencia durante el día provocada por el cansancio o la fatiga debida al esfuerzo realizado por la noche (esfuerzo del que el niño no tiene conciencia).
· Se levanta, sólo en ocasiones, con la sensación de que le falta el aire para respirar.
· Alteraciones, en la mayoría de los casos leves, en las áreas de atención, concentración y memoria, lo que guardaría relación con un posible retraso escolar.
· Hiperactividad.
· Enuresis Nocturna (orinarse en la cama).
· Sobrepeso.
· Dolores de cabeza al despertarse.
· Irritabilidad.
· Sudoración.
· Somniloquia (hablar dormido).
· Asma (los niños asmáticos presentan una mala calidad del sueño, mayor sensación de cansancio al despertarse).
Las consecuencias de las apneas varían en función de la edad. Normalmente entorno a los cuatro o cinco años (edad preescolar) el síntoma más claro son las alteraciones en el desarrollo normal del niño. Los niños algo mayores pueden mostrar actitudes de desánimo, e incluso tener problemas en el colegio. Por ejemplo, al niño le costará un poco más que al resto hacer los deberes, porque su capacidad de atención, concentración y memoria están menos activadas de lo que deberían estar.
¿Qué tipo de tratamientos se nos ofrece? El tratamiento dependerá de la causa fisiológica que haya producido la aparición de las apneas obstructivas:
· Normalmente los niños de entre tres y siete años que padecen esta alteración presentan las amígdalas o vegetaciones (adenoides) infladas. En este caso, la solución pasaría por el quirófano (extirpación).
· Si la causa es el sobrepeso, con perder algo de peso se solucionaría la apnea (siempre debe consultarse al pediatra antes de aplicar una dieta al niño).
· Si el problema tiene que ver con una desviación nasal entonces los tratamientos pueden ser de diferente índole. En cualquier caso, deberá consultarse con un otorrinolaringólogo.
Al margen de todo esto, existen alarmas que se colocan en la cama del niño para avisar de cuándo está sufriendo una apnea obstructiva. Este tipo de aparatos pueden ayudar a identificar el problema, y en consecuencia intentar solucionarlo consultando con el pediatra o otorrinolaringólogo.
Ciara Molina García. Licenciada en Psicología
Con la autorización de: www.solohijos.com
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