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   Salomón puso al frente de su escolta personal a Jeroboán, un hombre honesto y valiente. Un día le profetizaron que el reino de Salomón se dividiría en dos en castigo de sus idolatrías, y que a él le tocaría reinar sobre diez tribus. Más adelante tuvo que huir a Egipto.

     Muerto Salomón, su hijo Roboán marchó a Siquem donde el pueblo lo proclamaría rey. Después de coronarlo, tanto Jeroboán, que había sido hecho venir para la ceremonia, como el pueblo entero pidieron al nuevo rey que atenuase la servidumbre a que los había sometido su padre, a lo que él, siguiendo el consejo de los jóvenes, respondió con dureza, diciéndoles que si su padre, Salomón, los había castigado con azotes, él lo haría con escorpiones.

     Como consecuencia de tanta injusticia el pueblo se sublevó, mató al recaudador de impuestos y proclamó rey a Jeroboán en Siquem. Le siguieron las diez tribus del norte, cumpliéndose así la profecía.

    En Jerusalén se mantuvieron fieles a Roboán la pequeña tribu de Benjamín y la de Judá. Ésta organizó su ejército para ir a pelea contra sus hermanos de Israel y rehacer así la unidad. Desistieron porque un profeta les dijo que aquella división era cosa de Dios.

    Jeroboán fortificó Siquem para reinar desde allí, haciendo construir el grandioso templo de Jerusalén, en Betel y Dan, en los que implantaron la idolatría adorando una estatua en forma de toro en lugar del Dios verdadero. Estando un día quemando incienso en el altar de Betel llegó un enviado de Dios, proclamando a grandes gritos que un descendiente de David sacrificaría sobre él a todos los sacerdotes. Al punto el altar se partió y la ceniza grasa se derramó, en señal de que había hablado en nombre de Dios.     El reino de Israel, que perduró durante doscientos cincuenta años, acabó con Oseas. Durante su reinado el rey de Asiria, Salmanasar, Conquistó Samaria, se llevó cautivos a todos sus habitantes y la repobló con gentes de otras tierra.

    (I Reyes 11, 28-40; 12; 13, 1-5; II Reyes 17)

(Texto adaptado por D. Samuel Valero. Biblia infantil. Editorial Alfredo Ortells, S.L. Valencia. página 110) 

    SUGERENCIAS METODOLÓGICAS

   Objetivo.- Aprender a amar a Dios y a los demás con lealtad.

    Contenido.-Lealtad

   A lo largo de la vida, las personas se asocian, se unen a otras personas, a grupos. Cuando decimos que «pertenecemos» a tal familia, a tal club, a tal colegio, etc. queremos decir esto: que nos hemos vinculado o unido de una manera u de otra a un grupo determinado.

   Lealtad es comprometerse a mantener los vínculos que hemos contraído con los demás (amigos, familiares, colegio, club, etc.) reforzando los valores que hay en ellos (amistad, familia, deporte)

   Lealtad es mantener y cumplir la palabra dada

    Actividades.- 

   1. Los alumnos van leyendo en voz alta y el profesor comprueba la comprensión. Cada alumno contesta a estas preguntas:

      a) ¿Por qué se dividió el reino de Salomón?

      b) ¿Qué le pidieron a Roboán?

      c) ¿Cuántas tribus tuvo Jeroboán y cuál fue su capital?

      d) ¿Cuántas tribus mantuvo Roboán y cuál fue su capital?

      e) ¿Por qué no pelearon entre ellos?

     f) ¿En qué consistía la idolatría?

   2. Puesta en común. 


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